Lo que Alemania no logró mediante las armas, lo está consiguiendo a través de la economía. Así, no es casualidad que la sede del Banco Central Europeo esté en Frankfurt y que la deuda soberana alemana que está en manos del BCE sea la de mayor presencia en los balances del Banco Central Europeo con 355.595 millones de euros, muy por encima de la deuda de Francia (282.373 millones); Italia (245.582 millones); y España (176.000 millones). Es fácil de entender, puesto que Alemania controla casi el 18% del capital del Banco Central Europeo, Francia algo más del 14%, Italia el 12,3% y España el 8,8%. Estos datos son engañosos, como veremos más adelante. El problema de exponer ante la opinión pública estos números es que no existe, tal como ocurría algunos años atrás, una línea divisoria entre la prensa sensacionalista-la que antes representaba el diario Bild, un periódico que desde antes del inicio de la crisis definía a los países del sur de Europa como sociedades en las que predomina la picaresca, el engaño, las prácticas mafiosas y la ausencia de una cultura del trabajo-y el resto de diarios y revistas, que se dedican a difundir una idea similar acerca de las naciones del sur del continente, aunque no lo hagan con la misma intensidad y frecuencia que el diario Bild.
El diario Bild no solo es el más vendido del país (también es el más leído de Europa), sino uno de los más consultados entre la clase política germana. Bild es un periódico de altísimo perfil político con una línea editorial comparable al discurso de los partidos de ultraderecha. Bild clama por la desaparición de Europa y vomita odio cuando habla del sur del continente. El tratamiento de la crisis de deuda griega es el mejor ejemplo de desinformación: Bild no suele presentar estadísticas que sustenten sus argumentos y cuando las expone lo hace de forma sesgada. Esto obedece a una actitud deliberada y sistemática: expertos en comunicación alemanes, acostumbrados a las barbaridades difundidas por el Bild, acusaron al diario en un estudio realizado en 2010 de moldear “acontecimientos, discusiones, conflictos y decisiones como plastilina”. El informe fue elaborado por el profesor de Comunicación, Hans-Jürguen Arlt y por el periodista Wolfgang Storz, y fue encargado por la fundación Otto Brenner. El estudio señala que desde Bild “exageran los hechos para dar un mensaje político. Bild actúa expresa y ofensivamente como un actor político. Estudiar la publicación de Bild con criterios estrictamente periodísticos ignora lo fundamental. Porque Bild, en esencia, no es un medio de comunicación, nunca persigue los objetivos del periodismo y, si lo hace, no es lo principal y lo hace solo porque beneficia a sus propios fines”. El profesor Hans-Jürguen Arlt declara que Bild “Prueba campañas constantemente y en cuanto descubre que un tema provoca agitación social, lo mantiene y lo explota. Ha hecho campañas contra perceptores de ayudas sociales y contra presidentes del país, contra el recorte de horas de trabajo y contra políticos de izquierdas”. Arlt apunta también que “La movilización de los sentimientos populistas es una de las ocupaciones favoritas de Bild, que tiene una ideología de fondo popular conservadora con acentos nacionalistas”. Pese al populismo de Bild, es justo reconocer que el diario también publica frecuentemente exclusivas políticas, la mayoría auténticas, y realiza de forma habitual entrevistas a los principales políticos alemanes.
Si alguien tiene alguna duda de la influencia decisiva de la prensa en la formación de corrientes de opinión en Alemania-y en cualquier otro país-, bien podemos poner como ejemplo la crisis de deuda en Grecia en 2015: según la encuesta Politbarometer del canal público ARD, publicada en julio de 2015, el segundo tema que más preocupaba a los alemanes en aquel entonces era la crisis de deuda griega, todo pese a que los expertos declaraban que, incluso en el caso de una salida de Grecia del euro, Alemania no sufriría mayores problemas. En otro informe sobre la influencia de los medios en la opinión pública, publicado por el Instituto Hans Bredow para la Investigación de los Medios, perteneciente a la Universidad de Hamburgo, el diario Bild fue la fuente de formación de opinión más citada: el 32,1% de los alemanes preguntados, lo cual suponía diez puntos más que el Tageschau, el telediario más visto del país.
La imagen de España es otro ejemplo claro de esta perniciosa influencia: los emigrantes españoles que viajaron a Alemania en la década de los sesenta del pasado siglo XX dejaron una fuerte impronta de personas trabajadoras y honestas que se mantuvo hasta el comienzo de la crisis financiera de 2007-2008. Hoy, tras una década de editoriales injuriosos y malintencionados por parte de muchos medios germanos, esa buena imagen es parte del pasado. No estaría mal que alguien les explicase a los alemanes que, en todos los países del denostado sur de Europa, sus habitantes trabajan más horas que en Alemania, como indican todos los estudios, desde los de la OCDE hasta los de Eurostat. Es cierto que los alemanes, en líneas generales, son más productivos que los españoles (no así en comparación a otros países del continente como Luxemburgo, Holanda, Francia e Irlanda), porque la productividad no tiene tanto que ver con la permanencia en el puesto de trabajo, sino con que el tiempo sea utilizado de forma eficiente. También existe una influencia decisiva en la productividad que tiene su base en los medios económicos, los procesos y el capital humano. España invierte en mano de obra poco cualificada y Alemania hace justo lo contrario: la alta formación del trabajador alemán genera un altísimo valor añadido.
Eduardo Luis Junquera Cubiles.