La economía alemana es considerada el ejemplo a seguir en el mundo. El país germano representa, además, el 20% del PIB de la Unión Europea. Durante la crisis financiera y bancaria, todos los reproches se centraron en los países periféricos, especialmente en los que habían recibido ayuda financiera, tal era el caso de Grecia, Irlanda o Portugal. Es verdad que la principal aportación económica procedía de los ciudadanos alemanes. Esto contribuyó a crear el relato del norte trabajador que sale en ayuda del sur holgazán. Pero lo cierto es que desde los landenbanken (las entidades regionales de capital semipúblico dedicadas a la banca mayorista), hasta el Deutsche Bank hicieron un uso generalizado de productos financieros que finalmente resultaron ser un fracaso, cuando no una serie de arriesgadísimas prácticas relacionadas con la economía especulativa que derivaron en un rescate encubierto de los propios bancos. El Gobierno alemán creó un fondo de 480.000 millones de euros con el fin de garantizar la supervivencia de su sector bancario, que hasta 2015 había sufrido pérdidas netas de 38.000 millones de euros. El WestLB, el landenbank más importante, liquidado en 2012, costó 18.000 millones de euros al erario germano. Varios informes apuntan que las autoridades económicas de Alemania no fiscalizaron de forma correcta el sector bancario y que los bancos practicaron conductas arriesgadas en la creencia de que los gobiernos de los länder acudirían en su ayuda. Con estas ayudas públicas sobre la mesa podemos afirmar que quienes vivieron por encima de sus posibilidades fueron los banqueros alemanes, que se enriquecieron de forma extraordinaria no solo con el rescate griego, sino inundando de dinero procedente de los bancos alemanes a los países más importantes del sur de Europa como Italia o España antes de la crisis.
Esto, naturalmente, ha tenido horrorosas consecuencias sobre la economía de Europa, incluyendo la quiebra de las premisas sagradas de austeridad que defienden los propios alemanes: así, hasta 2017, el Deutsche Bank recibió del Banco Central Europeo cantidades superiores a los 100.000 millones de euros. Esta clase de ayudas son muy criticadas por las autoridades económicas germanas cuando afectan a otros países, y se establecieron en forma de activos de calidad de la entidad germana debido a su vínculo con las hipotecas “subprime” o hipotecas basura estadounidenses, una práctica de dudosa legalidad que no ha sido obstáculo para que el Deutsche Bank se acoja a esta medida de auxilio. El Deutsche Bank abandonó durante años su tradicional papel de financiador de proyectos industriales para dedicarse a actividades de banca especulativa. Pese a la retórica de algunos medios alemanes, deseosos de dar continuas lecciones de moral a los países del sur de Europa, su principal banco ha sido sancionado por cosas tan poco edificantes como manipulación del líbor, manipulación de balances y ocultación de pérdidas, violación de embargo económico, evasión de impuestos, lavado de dinero procedente de actividades delictivas y uso de prácticas como la concesión de hipotecas basura. El pasado 28 de junio, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) aprobó los planes de dividendos y recompra de acciones de 34 de los 35 grandes bancos de EE. UU. El único de los grandes bancos que suspendió estas pruebas fue el Deutsche Bank, en el marco de los test de resistencia “cualitativa” que efectúa anualmente la Reserva Federal. El Deutsche Bank ha sido protegido por las autoridades políticas y económicas de Alemania de la peor manera posible, es decir, aumentando la opacidad en cuanto a las informaciones relativas al banco y no llevando a cabo un ejercicio de transparencia que hubiera podido ser beneficioso para la entidad. Algunos analistas consideran probable que una nueva crisis económica comience por causa de una quiebra del coloso bancario germano.
Más allá del deficiente papel como regulador del Banco de España durante los años inmediatamente anteriores a la crisis financiera-exactamente igual que el desempeñado por el resto de autoridades económicas de los países occidentales-podemos decir que, en cuanto a la valoración de activos de la banca española, esta es de las más rigurosas de Europa porque la hace el propio Banco de España, mientras que en Alemania son los bancos, acompañados de los auditores, quienes hacen ese trabajo. No parece serio que quienes forman parte interesada de un negocio se erijan en jueces que otorgan valor de mercado a un producto.
Eduardo Luis Junquera Cubiles.