El pasado 11 de noviembre, The Wall Street Journal informaba en un reportaje del periodista Rob Copeland que los grandes gigantes tecnológicos han comenzado a recopilar datos sanitarios de sus usuarios sin que estos lo sepan. Entre estas iniciativas está el llamado proyecto Nightingale (ruiseñor, en español), un programa mediante el cual Google procesa información de alrededor de 2.600 hospitales de 21 de los 50 estados de Estados Unidos, en acuerdo con la compañía médica Ascensión. Esta alianza fue suscrita en secreto el pasado 2018, aunque la colaboración se hizo más intensa a partir del pasado verano. Entre estos datos hay pruebas de laboratorio, diagnósticos médicos y registros de hospitalización de los pacientes, que incluyen información personal del enfermo, como el nombre y la fecha de nacimiento. Ni los médicos ni por supuesto los usuarios tienen conocimiento de que se utilizan estos datos, a los que acceden unos 150 empleados de Google. Google alega que esta práctica es legal-esa política de privacidad imposible de leer cada vez que contratas un servicio o una aplicación-y que sus empleados cumplen con la ley de protección de datos estadounidense, que dice que esto puede hacerse “mientras sirva para ayudar a los hospitales en su función”. Algo demasiado vago, sospecho, como para servir de base legal contra el gigante de Internet. Google también ha creado algoritmos basados en inteligencia artificial y aprendizaje automático que permiten cambiar el tratamiento de los pacientes y declara que esto mejorará la vida de los enfermos. El gigante estadounidense ya pagó el pasado mes de septiembre una multa de 170 millones de euros por utilizar datos de niños, que había recopilado a través de YouTube. A la violación de la privacidad debemos unir el hecho de que esta información puede ser utilizada contra la población más vulnerable (en este caso, la que padece problemas de salud más severos), que tendrá problemas para contratar un seguro médico porque las compañías, al ver su historial como enfermos, no les considerará clientes “rentables”. Algunas empresas como Amazon o Microsoft también han mostrado interés en procesar datos de la industria médica en proyectos similares.
Eduardo Luis Junquera Cubiles.
