Continuando con la cuestión económica, Alemania es un país en el que reina una elevada conciencia fiscal y en el que sus ciudadanos no admiten pretextos ni engaños de parte de sus políticos. El alemán medio quiere saber cuál es el destino al que van sus impuestos. La crisis financiera ha reforzado los prejuicios entre los europeos: los estereotipos absurdos según los cuales el europeo del sur despilfarra mientras el del norte ahorra y vive de una forma más austera. Entre los mensajes más difundidos por la prensa alemana desde el comienzo de la crisis está el que dice que es la propia Alemania la nación que está sufragando los estragos del desastre financiero en el sur de Europa. Cada debate que se hace en el país germano acerca de los fondos destinados a los países en apuros sirve para que la idea arraigue aún con más fuerza en la opinión pública. Pero ¿corresponde esta idea con la realidad? Nada más lejos de la verdad: aunque Alemania es, en números absolutos-debido a su PIB y a su población-, el país que más dinero aporta al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, si analizamos detenidamente la aportación en cifras per cápita comprobaremos que la realidad es distinta. El dinero en efectivo que paga Alemania es de 21.700 millones y la garantía asciende a 168.300 millones, lo cual significa que su contribución sitúa al país en un cómodo 10º puesto entre 17 naciones. En cuanto al pago per cápita, el ciudadano alemán estaría en el 6º lugar, siendo así que españoles, malteses, eslovenos, portugueses e italianos contribuyen en mayor medida que los alemanes.

        Francia contribuye al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera con 16.300 millones en efectivo y 126.400 millones en garantías; Italia con 14.300 millones y 111.100 millones, respectivamente; y España con 9.500 millones en efectivo y 73.800 millones en garantías. Estas cifras no suscitan reacción negativa alguna en las opiniones públicas de estos países, al contrario de lo que sucede en Alemania. El dinero aportado por los países de la Unión para los rescates de Irlanda, Grecia y Portugal también es dinero que obtiene enormes intereses, de manera que las quejas de Alemania-como si esas cantidades se entregasen a fondo perdido-no están justificadas.

        Por poner un ejemplo: durante el año posterior al primer rescate griego (2010), el banco alemán Kreditanstalt für Wiederaufbau otorgó a Grecia créditos a cuenta del Gobierno de Alemania por un importe de 8.400 millones de euros a un interés del 5%, lo que suponía dos puntos más que los bonos germanos, operación que generó para el banco un beneficio de más de 500 millones de euros. Las finanzas de Alemania se benefician, además, de la salida de los inversores internacionales de los países con problemas, porque muchos de ellos acaban invirtiendo en deuda pública alemana, un producto más rentable, en opinión de los inversores. Expertos económicos alemanes declaran que la actual coyuntura (en realidad, comenzó en 2009) de desplazamiento de flujos de capital de los países periféricos de la zona euro a países como Alemania son “un regalo del cielo”. El interés del bono alemán pasó de un 5,5% en 1999 a un 2% en 2010. A estas cifras debemos sumar los 500 millones de euros generados por los intereses de los bonos griegos comprados por el Banco Central Europeo. De acuerdo con el capital del BCE, a Alemania le corresponde una cuarta parte de los 2.000 millones de beneficios.

        Un informe del Halle Institute for Economic Research (IWH), uno de los principales centros de investigación económica de Alemania, habla de unas cifras mucho más complejas que las que habitualmente presenta la prensa alemana cuando habla del norte pagador en contraposición al sur derrochador. Tomando como referencia cifras del Ministerio de Economía alemán, el informe del IWH demuestra que Alemania ahorró más de 100.000 millones en intereses entre 2010 y 2015 gracias a los desvíos de flujos de capital derivados de la crisis griega. Como explica Reint Gropp, director del IWH: “Cuando hay turbulencias financieras se produce una fuga de los inversores hacia la calidad, es decir, hacia la inversión más segura y de menor riesgo. Esta fuga hizo que los inversores buscaran refugio en los bonos alemanes. Con la mayor demanda de sus bonos, bajó el interés que paga el estado alemán por emitir deuda. El resultado es que, gracias a esta caída de las tasas de interés, Alemania ahorró unos 100.000 millones de euros”.

Eduardo Luis Junquera Cubiles.