A comienzos de los años noventa del pasado siglo XX se produjo una enorme polémica al conocerse la posible implicación de Kurt Waldhein, entonces presidente de Austria, en los crímenes de guerra cometidos por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial en Grecia, desde donde miles de judíos fueron deportados a los campos de concentración. No lo sé con certeza, pero imagino que esta cuestión ralentizó la entrada de Austria en la Unión Europea, hecho que, finalmente, se produjo el 1 de enero de 1995. En la misma época, Jörg Haider, el líder de la ultraderecha austríaca, provocaba una tormenta tras otra con sus inadmisibles declaraciones racistas, antieuropeas y revisionistas (llegó a elogiar en público a las SS). Lo que unía a Waldhein y a Haider era el repudio internacional: ambos eran tratados como parias y a ningún político, a excepción de otros ultraderechistas como ellos, se le ocurría jalearlos en público o reírles las gracias. La entrada del partido de Haider en el Gobierno austríaco provocó sanciones contra Austria por parte de la Unión Europea, aunque fueron levantadas poco después. Hoy, políticos de Italia, la propia Austria, Francia-no solo del Frente Nacional-, Finlandia, Polonia o Hungría hacen declaraciones racistas de continuo, se muestran insensibles ante el dolor de los refugiados de Libia, Irak o Siria y practican un discurso insolidario y egoísta, y la respuesta del continente carece de la unanimidad que ayudó a estigmatizar a Haider o a Waldhein. Esto se produce porque la propia Unión Europea no tiene un discurso y una política oficial común respecto a la inmigración, pero me temo que no es únicamente eso: es curioso, probablemente, nunca en la historia humana tanta gente había ayudado a otras personas, sin embargo, la retórica del egoísmo encuentra más acogida que nunca entre la sociedad. Las palabras del ministro de Interior de Italia hace un año, cuando se refería a los refugiados libios como “Carne humana” habrían sido sancionadas política y socialmente con dureza hace 20 años, pero hoy estas barbaridades suponen votos.
Si analizamos las cifras de sus dos mandatos, Obama expulsó del país a casi tres millones de inmigrantes, esta cifra no incluye las repatriaciones voluntarias ni tampoco a los mejicanos detenidos antes de entrar formalmente en EE. UU. Resulta que estos números colocan a Obama como el presidente que más personas deportó del país en toda su historia. Además, la suma total es prácticamente igual a la de todos los presidentes del siglo XX. El sistema necesita hombres como Obama que, supuestamente, son mejores en el orden moral, y los necesita para lavar su imagen y para continuar haciendo las mismas barbaridades, pero con un rostro más amable. Las mismas imágenes horrorosas de niños separados de sus padres en los centros de detención que estamos viendo ahora, se produjeron también en la época de Obama pese a su retórica humanitaria. Los niños pueden pasar hasta 72 horas en esas jaulas, sentados o echados en el suelo, sin libros ni juegos y a cargo de policías sin formación específica para atenderles. Hay miles de familias separadas por esta política. Trump se jacta de que forma parte de su intransigencia con la inmigración porque este lenguaje le dará votos. Las políticas insolidarias de la derecha de hace 20 años han sido adoptadas hoy por parte de la izquierda, al igual que las políticas económicas de derechas fueron abrazadas con entusiasmo por los partidos socialistas de todo el mundo a finales de los años setenta. Al final, no podemos extrañarnos de que triunfe el egoísmo si el discurso político que predomina en la sociedad está monopolizado por la derecha.
Sé que son problemas distintos, pero hay que recordar que, hoy en día, al menos 365 menores palestinos permanecen detenidos en cárceles, comisarías o centros de detención israelíes. La ONG israelí Betselem, continuamente hostigada por el Gobierno de Netanyahu, denunció los abusos a los que son sometidos los menores palestinos detenidos por el ejército israelí, que después son juzgados por tribunales militares en el área de la Cisjordania ocupada. Betselem mostró un informe en el que se dice que Israel no garantiza la protección de menores palestinos en las Cortes Militares ni en la fase de detención ni durante el interrogatorio ni tampoco durante el procesamiento legal al que los somete.
Eduardo Luis Junquera Cubiles.