Veamos, Venezuela no cumple con algunos de los criterios necesarios para que el país sea considerado una democracia plena. La Fundación Carter declaró en 2012 que el país poseía el sistema de voto más moderno del mundo, que garantizaba el secreto y la limpieza de los resultados. Pese a ello, hay otras cuestiones que no tienen tanto que ver con la participación de los ciudadanos, tan explícitamente criticada por Kissinger cuando decía que, en el caso del Chile de Allende, “Hay demasiado en juego como para que los chilenos decidan por sí mismos”. Es evidente que un país con dos parlamentos que se atacan de forma continua y que cuestionan la legitimidad de la otra cámara es un sistema condenado y poco consistente desde el punto de vista democrático, y hay múltiples asuntos que tienen que ver con los mecanismos democráticos del día a día de las naciones que se deben revisar en el país caribeño.
Yo ya pasé, si es que alguna vez estuve inmerso en esa fase, por esa etapa estúpida de considerar que un dictador es bueno porque hace carreteras o pantanos. Ningún dictador es bueno. Pero me niego a hablar de Chávez (lo de Maduro es otra cosa) en esos términos. Una de las heridas por las que sangra la criminal oposición venezolana es esa que de forma indeleble ha quedado para la historia: el hecho de que las urnas le han negado la victoria una y otra vez desde la llegada al poder de Hugo Chávez. Una oposición radical que no condena la violencia y que define todos los procesos electorales en los que no ha resultado victoriosa como fraudulentos, pero que reconoce como limpias las pocas elecciones en las que no ha perdido.
Venezuela debe corregir muchas cosas de un sistema democrático imperfecto, pero que no nos tomen por idiotas: el encargado por Trump de gestionar la crisis de Venezuela es Elliott Abrams. Yo creo que ya cuentan con nuestra falta de memoria y también con que prestamos poca atención a las cosas. “Su pasión por los derechos y las libertades de todos los pueblos hacen que encaje a la perfección y lo convierte en una suma valiosa”, declaró Mike Pompeo, secretario de Estado. “Elliott será un verdadero activo en nuestra misión de ayudar al pueblo venezolano a recuperar la democracia y la prosperidad en su país”. Abrams, como publicó The Observer en 2002, fue el personaje principal en el golpe de Estado que ese año trató de acabar con Hugo Chávez. Abrams, desde su puesto como director de Oriente Medio y Norte de África en el Consejo de Seguridad Nacional, también trabajó activamente a favor de la invasión de Irak en 2003, que desembocó en un plan neoliberal diseñado por Paul Bremer destinado a privatizar el sector público del país.
Os recomiendo encarecidamente leer el artículo publicado en mayo de 2003 por The Wall Street Journal, que revela el encargo a la empresa BearingPoint Inc. de la ejecución de un plan que se denominaba “Para que la economía iraquí pase del renacimiento al crecimiento sostenido”, y que consistía en la implantación en Irak de un régimen fiscal similar al de Estados Unidos para favorecer las inversiones extranjeras; crear una bolsa; y vender las industrias públicas, principalmente las vinculadas al sector del petróleo. Una vez destruidas las infraestructuras iraquíes, el coste de la reconstrucción del país ascendería a 100.000 millones de dólares. En realidad, la resolución 1.483 de la ONU (qué haríamos sin la arquitectura jurídica de la impunidad), que fue aprobada el 22 de mayo de 2003, dio paso a la creación de un fondo para reconstruir el país. Este fondo sería financiado por el petróleo y estaría bajo el control de Estados Unidos y Reino Unido. Los dos países decidieron, sin el menor criterio de transparencia cómo gestionar esos recursos.
Continuando con Abrams: este halcón estadounidense también trabajó para la Administración Reagan y fue condenado por mentir al Congreso en relación a su papel en el escándalo Irán-Contra, cuando el Gobierno de Reagan vendió de manera ilegal armas a Irán para financiar a la guerrilla de la Contra en Nicaragua en los años 80 del pasado siglo. Abrams fue indultado por George Bush padre. El Tribunal Internacional de Justicia de la ONU condenó al Gobierno de Reagan por sus actividades militares y paramilitares contra Nicaragua.
Años antes, en declaraciones ante el Senado estadounidense, Abrams elogió las actividades del batallón Atlacatl, una unidad de élite del ejército de El Salvador que asesinó a cientos de personas, incluidos mujeres y niños, en la masacre de El Mozote, descrita con precisión en la Comisión de la Verdad de El Salvador de 1993, en la que se habla de, al menos, 500 víctimas. Abrams calificó estas informaciones de “propaganda comunista”.
Continúan vigentes las palabras pronunciadas en 1954 en el Consejo de Seguridad Nacional de Eisenhower, cuando se hablaba de las prioridades de la política nacional estadounidense en América Latina diciendo que era necesario “crear un clima político y económico propicio para la inversión privada” y consideraban que para cumplir este objetivo era imprescindible que “Latinoamérica no sucumbiera a la creciente demanda popular de mejoras inmediatas en los bajos niveles de vida de las masas”.